Blog o newsletter: la respuesta es sí
¿Y si el secreto no era elegir, sino mezclar como un buen fernet?
¿Qué pasaría si te dijera que el 98% de las personas está tomando la decisión equivocada?
No porque no piensen, sino porque piensan en términos binarios: blanco o negro, blog o newsletter.
Y acá viene el dilema real: elegir uno porque “parece más profesional” o “porque me dijeron que funciona”.
Como si crear contenido fuese una cuestión de moda digital.
Yo también caí en esa trampa.
Tuve mi primer blog cuando todavía había que aprender HTML para escribir.
Después vino LinkedIn, los newsletters, el algoritmo... y esa ansiedad por decidir cuál camino tomar.
Spoiler: no tenés que elegir.
Pero antes de llegar ahí, dejame contarte algo que probablemente no sabías.
Solo el 2% de los usuarios de LinkedIn crea contenido de forma constante.
Y dentro de ese 2%, el 0.1% genera contenido de calidad real.
Sí, la competencia no es feroz, es casi inexistente.
El verdadero desafío no es destacar. Es empezar y sostenerse.
Ahora bien...
Cuando me preguntan:
“Isma, ¿blog o newsletter?”, yo devuelvo con otra pregunta:
¿Querés que te encuentren o querés que te recuerden?
Porque el blog es tu tarjeta de presentación eterna.
Pero el newsletter... es ese café íntimo en la bandeja de entrada.
El blog te posiciona. El newsletter te vincula.
Y no te lo digo desde la teoría.
En “El Poder de LinkedIn” lo cuento:
El 90% de mis ingresos de los últimos 6 años vinieron de LinkedIn.
Y casi todo eso empezó por una buena estrategia de contenido.
Ahora, ¿sabés qué funcionó mejor?
No fue tener un solo canal.
Fue usar el newsletter como trampolín hacia el blog, y el blog como ancla para el SEO.
Y viceversa.
Y sí, LinkedIn hace trampa.
Te premia si usás sus newsletters: más alcance, más engagement, más notificaciones para tus seguidores.
Te trata mejor que a sus propios posts.
Pero si querés aparecer en Google cuando alguien te busca, ahí no sirve el newsletter.
Ahí manda el blog. Y bien armado.
Entonces... ¿qué hacemos?
Te regalo el truco: estrategia híbrida.
Blog para autoridad y tráfico orgánico (2 artículos al mes)
Newsletter para relación y conversión (1 por semana mínimo)
Posts diarios en LinkedIn para mantenerte en el radar
No tenés que ser Elon Musk ni escribir como Borges.
Tenés que ser vos. Con ritmo, con intención, con constancia.
Y con esa mezcla justa de dato y experiencia que hace que alguien diga: “a este lo quiero seguir leyendo”.
Porque si algo aprendí con mis mentees (y los errores que cometimos juntos), es esto:
el contenido que más transforma es el que nace de una historia real, contada con coraje.
¿Y sabés qué?
Tener un blog sin newsletter es como tener un local con vidriera pero sin lista de clientes.
Y tener un newsletter sin blog es como tener seguidores que te adoran... pero que no pueden encontrarte si un día dejás de escribirles.
Así que dejate de joder con la pregunta binaria.
No sos una máquina de contenido. Sos una persona con algo valioso para decir.
Y si sentís que no tenés tiempo para todo, arrancá por lo que te dé más satisfacción:
un newsletter íntimo o un blog estratégico.
Después sumá el otro.
Conectar y posicionarte no es un dilema. Es una secuencia.
Como en el pádel: no se trata de pegarle fuerte, sino de saber cuándo hacerlo.
Acá estoy, por si querés conversar sobre qué paso dar primero.
No es un funnel. Es un acompañamiento real.
Abrazo,
Isma
P.D.
El que piensa que el contenido es solo contenido... todavía no entendió el juego.
P.D. 2
Acá uso Substack que te resuelve todo en uno… pero te lo cuento en otro momento :)